
El razonamiento metacognitivo docente como herramienta para mejorar la práctica pedagógica y enriquecer su conocimiento
profesional: una reexión sobre el deber ser
Jenny Paola Martínez Madrigal
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experiencias previas (Romero y Pulido, 2015),
además, ayudan a los estudiantes a ponderar
tópicos que podrían no invitar a primera vista a
una reexión intricada (Richhart y Perkins, 2008).
Más allá del aprendizaje, el docente debe buscar
que el estudiante pueda actuar exiblemente
con su conocimiento, es decir, debe apuntar a
que comprenda lo que aprende, para ello, es
importante que se detenga a pensar sobre las
diferentes situaciones referentes a su entorno,
pues el pensamiento precede al conocimiento.
Dicho lo anterior, el docente debe hacerse
consciente de su rol en el proceso de aprendizaje,
puesto que debe convertirse en un actor que
proporcione oportunidades de pensamiento y,
como lo indican Ritchhart et al. (2014), ubicar
al estudiante en el centro del proceso educativo,
dándole un cambio a su enfoque, concibiendo
la enseñanza de una manera bidireccional, que
haga que los estudiantes vean en su maestro
una gura que promueve el pensamiento en el
aula y que, ante los cuestionamientos que van
surgiendo, no espere respuestas inmediatas,
haga visibles sus propias dudas y se tome el
tiempo para pensar junto con el grupo, de
acuerdo con Perkins (2001), mostrando de
esta manera respeto por la acción de pensar e
incentivando a la búsqueda de oportunidades de
pensamiento.
Por tanto, el docente tiene una responsabilidad
grande en el aula: construir una cultura de
pensamiento permanente, que se fortalezca
con el trascurso del proceso de enseñanza,
convirtiéndose en un importante recurso para
hacer notar lo que no es tan evidente: el
pensamiento de los estudiantes. En este punto,
hacer el pensamiento evidente y visible se
convierte en un reto que enriquecerá la practica
pedagógica, pues solo cuando el “docente
comprende lo que están pensando y sintiendo el
estudiante, puede utilizar ese conocimiento para
apoyarlo y mantenerlo involucrado en el proceso
de comprensión”(Ritchhart et al., 2014, p. 64).
Visibilizar el pensamiento de los estudiantes debe
ser una premisa orientadora para el docente;
Tishman y Palmer (2005) lo denen como
“cualquier tipo de representación observable que
documente y apoye el desarrollo de las ideas,
preguntas, razones y reexiones en desarrollo
de un individuo o grupo”(p. 2). Por su parte,
Ritchhart et al. (2014) indican que para tener
acceso a estas representaciones, el docente
debe llevar a cabo tres acciones concretas en
sus clases: cuestionar, para involucrar a los
estudiantes con las ideas y no solo revisar el
contenido; escuchar, para darles una razón a
los estudiantes para compartir su pensamiento;
y documentar, para poder observar el proceso
de aprendizaje, tener en cuenta las estrategias
exitosas y compartir la comprensión que se está
desarrollando.
En esta misma línea, se puede decir que, hacer
visible el pensamiento es importante para
dinamizar, problematizar e incluso contextualizar
el proceso de enseñanza-aprendizaje, logrando
de esta manera que el maestro pueda conocer,
reorientar y valorar el grado de apropiación y
compresión en el aula, que seguramente se
extrapolará a otros escenarios. Por otra parte,
la visibilización del pensamiento puede ser vista
como una herramienta de diagnóstico, pues pone
al alcance del docente un registro que le permite
ver aquellos momentos donde el estudiante
necesita apoyo. También, se convierte en una
forma de lograr que los estudiantes alcancen
un pensamiento autentico, que dé cuenta de su
conocimiento más allá de la memorización, pues
logra atraer a la discusión y a la participación,
generando una cultura en el aula en la que se
valora el pensamiento del otro como par.
Pensar y hacer visible el pensamiento trae
enormes benecios para los estudiantes, ya que
los invita a dejar de lado la actitud indiferente
ante situaciones que los invitan a pensar,
aprovechando las oportunidades y potencializando
sus habilidades de pensamiento. Además, tiene
también una función de diagnóstico que permite
dar una mirada acerca de lo que el estudiante
comprende y de cómo lo está comprendiendo,
valorando su reexión y proporcionándole el
tiempo y las destrezas necesarias para hacerlo.
Lo anterior logra motivar al estudiante, reducir
la ansiedad, mejorar los resultados en el proceso
de evaluación y efectividad en la planicación
(Jane, 2013).
Además, visibilizar el pensamiento ayuda a
que los estudiantes construyan conocimiento
y no solo se dediquen a memorizar hechos, ya
que el aprendizaje tiene un impacto duradero,
resaltando la emergencia de la colaboración,
que atrae particularmente a los estudiantes que