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Revista UNIMAR 34(1)- rev. UNIMAR.- 13-28.
ISSN: 0120-4327, ISSN Electrónico: 2216-0116,
Universidad Mariana, San Juan de Pasto, Nariño, Colombia, 2016.
La didáctica y el encanto de las Matemáticas
al proceso narrativo, su trasfondo se enfoca a abrir la
puerta, a crear la expectativa frente a una situación
nueva, a un proceso didáctico y de aprendizaje.
Eco retoma la lectura y el papel del lector modelo,
la tarea de una persona que es capaz de insertarse
en el juego, de establecer relaciones, de formarse un
contexto primario. Así, maniesta que el lector está
sujeto a una pasión que lo impulsa a jugar un juego
que esta “determinado por el tipo de operaciones
interpretativas que aquella voz le pide que lleve a
cabo: considerar mirar, ver, encontrar parentescos y
semejanzas” (Eco, 1996, p. 33).
Lo que se pretende mostrar en este aparte es que la
narrativa se encuentra ligada a la forma de establecer
un primer acercamiento al conocimiento, en cualquier
lectura que se realice, desde la forma elemental de
observar la realidad, hasta la manera compleja de
interpretarla a través de textos cientícos matemáticos
o de representaciones estéticas. En este orden de ideas,
tratar de resolver un problema matemático implica
tener un elemento esencial: la lectura, el cual debe
darse de forma natural, aunque previamente suponga
una disciplina o una manera simple de dedicarse a
ella. Si un error en la formación del espíritu lector es
no saber leer, no querer o no gustar de la lectura, el
otro error consiste en tratar de imponer la forma de
lectura o la lectura misma. Si no se tiene el hábito o
el gusto por ella, debe fomentarse o cultivarse, de lo
contrario es muy difícil pasar al siguiente plano.
Con esta perspectiva, tanto el docente como el
estudiante deben ver, en el sentido estricto de
la visualización y del entendimiento: percibir
el planteamiento matemático, el problema, para
asimilar los aspectos básicos, avistar el espacio y
los elementos que lo integran, establecer relaciones
básicas y trazar un esquema mental, mediante el
cual se reconozcan las formas y se cree una primera
imagen situacional. En este punto, los dos agentes
educativos encuentran el objeto, aunque este sea
difuso y esbozan su primera impresión, la cual es
determinante; de lo contrario no habrá aprehensión,
conocimiento básico, identicación, relación (con
algún problema anterior similar) y los pasos
siguientes serán muy complejos.
Desde los primeros acercamientos del ser humano
a la comprensión del mundo, como el simple hecho
de ver los animales y desarrollar las operaciones
mentales para “contarlos” y luego para narrar el
hecho, para pasar, posteriormente, a que un escucha
entendiera y nalmente, que respondiera al mensaje
que se le planteaba, tuvieron que evolucionar las
formas de comprensión y del entendimiento escueto
del mundo exterior y su inserción en el universo
interior del hombre, hasta establecer elementos
más complejos como los de análisis, diferenciación,
síntesis y juicios de valor:
Al mismo tiempo, el desarrollo de los números y de
las letras estimuló tanto la economía antigua como
las habilidades intelectuales de nuestros antepasados.
Por primera vez se podía contar “el ganado”, sin que
las ovejas, las cabras o el vino estuvieran presentes. El
precursor del almacenamiento de datos, un registro
permanente cobró vida acompañado de nuevas
capacidades cognitivas. (Wolf, 2008, p. 45).
Al volver a los planteamientos de Eco, el semiólogo
italiano maniesta que, después de mirar lo que está
delante, la persona que se adentra en el bosque tiene
que elegir el sendero, trazar su ruta. El aprendiz
que se inserta en el problema bosqueja la situación,
inclusive es capaz de intuir la solución. Desde
esta perspectiva se puede acudir a otra autoridad,
el profesor Raymond M. Smullyan, músico y
matemático norteamericano. En uno de sus libros se
aprecia que el acceso al asunto o al estudio se puede
dar desde el análisis de un problema elemental. Es
decir, la iniciación del aprendizaje debe empezar
con ejemplos amigables que relacionan la realidad
con las posibilidades de interpretarla de manera
sencilla. Así, para entrar en materia, se recomienda
una serie de ejercicios didácticos que despierten la
curiosidad matemática y por supuesto, agudicen
la visualización de la situación: “Para aquellos de
vosotros que os importa hablar correctamente
¿cómo se debe decir la yema es blanca o las yemas
son blancas?” (Smullyan, 2007, p. 27).
El rápido análisis del problema puede llevar a varias
respuestas equivocadas centradas en el singular o el
plural de la frase y no en el elemento sustancial que
va más allá de la pregunta, cuya respuesta correcta
es que “en realidad, las yemas son amarillas”
(Smullyan, 2007, p. 34). Este ejercicio simple ratica la
importancia de “ver”, de observar el planteamiento
y de trazar unas relaciones que deben llevar a un
primer análisis, de una manera segura.