
Fedumar, Pedagogía y Educación Vol.8 No.1
https://doi.org/10.31948/rev.fedumar
ISSN Electrónico 2390-0962
Enero - Diciembre 2021
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Pedagogía & Educación
INVESTIGACIÓN
en las relaciones sociales. Además, la
IE, como atributo meta-cognitivo, podría
inuir sobre la motivación no solo en el
ámbito académico y sobre el rol docente,
sino sobre distintos contextos.
Los resultados en los tres rasgos de IE
permiten comprender que la habilidad es
baja, lo cual, según Hodzic, Ripoll, Costa y
Zenasni (2016), puede signicar un factor
de riesgo en la satisfacción con la vida,
puesto que se identica dicultades en su
área emocional, que pueden inuir sobre
otras esferas de la vida. Si bien algunos
estudios le otorgan mayor relevancia a
la reparación emocional, este trabajo
sustenta la integralidad de los tres rasgos,
para relacionarlos con un desempeño
exitoso en diferentes ámbitos.
Sumado a lo anterior, los estudiantes
evaluados presentaron, en su mayoría,
un nivel adecuado de atención emocional,
denida por Ceballos y Suarez (2012)
como factor protector de la salud mental,
logrando que tengan una mejor calidad
de vida y condiciones propicias para el
desarrollo humano, ya que en este rasgo
se hallan, implicadas, las habilidades para
sentir, atender, identicar y expresar las
emociones.
En cuanto al género, no hay diferencia
en los resultados en los estudiantes
evaluados, ya que ambos puntuaron
mayoritariamente en el nivel de adecuado;
sin embargo, se encuentra un porcentaje
signicativo de hombres con nivel alto
de atención emocional; ello se diferencia
con el trabajo de Rodríguez, Amaya y
Argota (2011), quienes encontraron que
una mayor cantidad de mujeres obtiene
niveles adecuados de Atención emocional,
mientras que los hombres alcanzan,
primordialmente, un nivel bajo. Debe
considerarse que, en este rasgo, tanto el
nivel alto como el bajo son inadecuados,
pues suponen una atención excesiva o
insuciente atención a las emociones.
En consideración del proceso de formación
como docentes que están llevando a cabo
los participantes de la investigación,
resulta importante tener en cuenta que,
un docente con una mayor conciencia
de sus propias emociones, tiene menos
probabilidades de ignorar o trivializar las
emociones de sus alumnos y, será más
capaz de aceptar cualquier tipo de expresión
emocional, aunque sea negativa. En este
sentido, la atención emocional adecuada
representará para los participantes, una
capacidad signicativa en la interacción
con sus futuros estudiantes y en su rol
como educadores.
Por otra parte, en el rasgo de claridad
emocional se puede interpretar que los
resultados son desfavorables para la
población evaluada, pues al comparar
con la investigación de Ceballos y Suarez
(2012), estos identicaron que en un
tercio de sus participantes contaban con
un nivel alto y, más de la mitad, un nivel
adecuado, en tanto que en la presente
investigación predomina el nivel bajo,
lo que signica dicultades al momento
de conocer y comprender las emociones
y distinguir entre ellas. La baja claridad
emocional es un factor que afecta el
desarrollo de las diferencias individuales
y la personalidad.
Entre tanto, respecto a la baja claridad
emocional, Ceballos y Suarez (2012)
señalan que ésta deriva afectaciones en
el bienestar psicológico de la persona,
pues se ha identicado esta característica
entre los pacientes con diagnósticos
como el trastorno depresivo mayor. Este
argumento es respaldado por Fernández-
Berrocal y Extremera (2002), quienes
indican que la baja claridad se asocia
con una sintomatología de ansiedad,
depresión y conictos interpersonales.
Considerando nalmente los resultados
en el rasgo de Regulación emocional,
que indican bajo nivel de recuperación
emocional entre los evaluados, se puede
notar una serie de efectos negativos;
entre ellos, la dicultad para hacer frente
al estrés de la vida académica (González-
Cabanach, Souto-Gestal, González
y Corrás, 2018). Así mismo, la dis-
regulación emocional se asocia con una
mayor sintomatología física y psicológica
(Hodzic et al., 2016), lo que signica un
riesgo en la calidad de vida y el desarrollo
de la autoecacia.
Los trabajos de Fernández-Berrocal
y Extremera (2002) y, Fernández-
Berrocal et al., (2004) resaltan que la